Es cierto, al momento de referirse a las consecuencias de la pandemia que aflige a la humanidad, la palabra “negativo” es un vulgar eufemismo. Podríamos concentrarnos en la oscuridad que trajo consigo el terrible virus, pero sería menospreciar la formidable capacidad de adaptación que caracteriza a los seres humanos quienes, a pesar de la hostilidad y en las condiciones más adversas, han demostrado históricamente una resiliencia propia y grandes aptitudes para sobrellevar los mayores obstáculos.
Por ello, luego de más de un año en el que la crisis sanitaria golpeó a Chile y al mundo, me parece preciso detenernos para reflexionar sobre estos tiempos de pandemia, concentrándonos en lo conseguido, o sea en los aspectos positivos.
No es ninguna novedad, la educación online llevaba años abriéndose camino y eran cada vez más las instituciones que ofrecían cursos e o b-learning a nivel mundial. Como primer resultado de la pandemia, esta modalidad fue adoptada de manera súbita por todas las IES, incluyendo las universidades más tradicionales, permitiendo dar continuidad a las actividades académicas.
Ello significó importantes inversiones en herramientas tecnológicas, capacitaciones de los distintos actores de toda comunidad universitaria y la adopción de medidas oportunas para asegurar el acceso a las aulas virtuales. Tal vez fueron, en ciertos casos, difíciles las circunstancias y tremendos los esfuerzos, pero evidentemente valió la pena.
Al fin y al cabo, la llegada de la virtualidad a la educación era inevitable y la pandemia simplemente aceleró su implementación. Y ésta no sólo llegó para quedarse, sino para perfeccionar procesos de enseñanza-aprendizaje, dado que ahora sí hemos identificado las ventajas y aportes de dicha modalidad, y somos capaces de sacarle provecho para la optimización de programas de estudios, pensando también en la posibilidad de llevar una educación de calidad a lugares más remotos que carecen de ella.
Asimismo, la impuesta modalidad nos permitió desarrollar, con notables resultados, el intercambio online que parece ser un excelente medio de internacionalización en casa y una gran oportunidad para el enriquecimiento curricular y académico de los estudiantes.
Por otra parte, conscientes del devastador impacto de la pandemia mes tras mes, es que muchas IES se han dedicado a colaborar en el combate al coronavirus. Me parece que esto es muy revelador del sentido de misión que ha de tener una universidad del presente siglo, entendiendo que su rol ya no puede concebirse exclusivamente como el de formar a los futuros profesionales del país, sino que también con la responsabilidad de desarrollar la investigación con el fin de difundir conocimientos y aplicarlos para resolver los grandes problemas y responder a las exigencias actuales con soluciones efectivas y apropiadas.
En tal sentido, la USS se ha esmerado en desarrollar iniciativas concretas y poner a disposición conocimientos, capacidad investigativa e innovadora, capital humano e infraestructuras, cooperando con las autoridades gubernamentales y el personal de la salud para hacer frente a la pandemia del Covid-19. Han sido tiempos de virtuosa colaboración, que permitieron fortalecer vínculos ya existentes o establecer nuevos con entidades privadas y públicas, poniendo empeño en una labor conjunta fundamental para superar los desafíos, con la firme intención de hacer tangible nuestra profunda vocación de servicio y compromiso con Chile.
Hubo fracasos, momentos dolorosos y de mucha angustia, pero hemos sido testigos a la vez de increíbles avances, viviendo un periodo absolutamente clave para el futuro de la USS que asume un rol cada vez más relevante en la sociedad y para el país, complejizándose en todas sus dimensiones para generar un real y valioso impacto a favor del bien común.
Cabe recordar la frase de Antoine De Saint Exupery: “El hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo”, que es totalmente cierta y pertinente en esta ocasión, al interpretarla tanto a escala institucional como humana.
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