La transformación de la docencia virtual en una experiencia global que puso de manifiesto varias dimensiones educativas –que ya venían experimentándose desde hace décadas –, pero que, bajo esta situación de excepción por la pandemia, involucró a todas las universidades tradicionales. El caso es que esta emergencia sanitaria aceleró un proceso de transición de universidades que tradicionalmente funcionaban bajo modalidad presencial y les obligó a saltar hacia el siglo XXI, abriéndose rápidamente hacia la docencia no presencial.
A nivel mundial y latinoamericano ya se observaba que el avance en las tecnologías de la comunicación y la información (TICs) les había ofrecido la oportunidad a las universidades de incrementar sus estudiantes online. Ello representaba uno de los factores críticos de la educación superior en este siglo XXI, según expertos internacionales. Pero nadie en los países sudamericanos estaba preparado para que una emergencia de este tipo impusiera y adelantara semejante proceso.
La experiencia de las universidades chilenas tradicionales durante el año 2020 y el que se inicia, es compartida en todo el continente sudamericano según información disponible.
Docencia virtual en las Universidades y el Postgrado
La docencia virtual en las universidades se aplicó a todos los niveles y modalidades educativas. En cuanto al postgrado, su oferta no presencial en Chile desde 2010 se había venido incrementando, pasando de 18 programas en 2011 a 107 en 2020. Sin embargo, esa oferta no representaba, en enero de 2020, sino el 5,1% de la oferta total de programas de postgrados universitarios en el país.
La pandemia cambió radicalmente este panorama y, en 2020 y 2021, las universidades están ejerciendo la docencia a distancia tanto en pregrado como en postgrado.
Todo ello ha significado una adaptación de proporciones para la cual no todas las instituciones ni las personas estaban preparadas. Este proceso adaptativo ha sido múltiple y en distintas dimensiones: a las tecnologías virtuales; a las nuevas metodologías y didácticas, en fin, a las nuevas condiciones de vida, estudio y trabajo remoto en situación de confinamiento y cuarentena.
El paso acelerado hacia la virtualización de la docencia en pregrado y postgrado significó una nueva arista en la cual se evidenciaron las enormes desigualdades en el acceso a la educación. Estudiantes vulnerables sin acceso a Internet o sin computador fueron entonces visibles. Y las universidades tomaron un conjunto de medidas para superar esas brechas: las becas de conectividad se multiplicaron por miles. Pero, la desigualdad se evidenció también por la diferencial de alfabetismo científico y la brecha digital previa.
Docencia de Postgrado a distancia
Las universidades chilenas tomaron medidas para implementar las clases de manera virtual lo cual implicó nuevas relaciones y procesos. La docencia virtual supone nuevas condiciones de la relación profesor/estudiante; nuevas condiciones de la gestión docente y curricular, así como nuevas condiciones de la gestión institucional. Y en el proceso mismo de enseñanza-aprendizaje surgen, como un gran desafío, analizado por los expertos: los sistemas de evaluación no presencial.
La educación virtual se generalizó incluyendo a las universidades tradicionales y de excelencia. En el caso de la Universidad de Santiago de Chile, ésta fue acreditada por 7 años, (nivel máximo en Chile) incluso en el contexto de este panorama de la virtualización. El fortalecimiento del Postgrado, en este caso, significó la creación de una Vicerrectoría de Postgrado, que está jugando un rol relevante en la virtualización de la oferta formativa.
Acelerando una transición hacia el futuro
Las medidas extraordinarias que han debido tomar las universidades por causa de la pandemia parece que han llegado para quedarse. Aún cuando no veremos a las universidades tradicionales transformarse en universidades a distancia, se acentuará la tendencia global de poner a disposición del público cursos, programas y recursos online. Con toda probabilidad, las universidades tradicionales chilenas y sudamericanas incorporarán de manera masiva tecnologías digitales, y el e-learning y el b-learning serán empleados sistemáticamente para impartir docencia.
Las carreras de pregrado que se impartan de manera no presencial dependerán de las propias capacidades institucionales, pero lo cierto es que a nivel de magíster esta modalidad se verá incrementada. En cuanto al b-learning se espera que esta modalidad se generalice especialmente en el nivel de magísteres y doctorados.
En este sentido, veremos innovaciones dentro de las orgánicas institucionales, así como el reforzamiento de las unidades dedicadas a la mejora sostenida de la calidad en el contexto virtual.
De esta forma la pandemia habrá impulsado, de manera inesperada, una aceleración en la transformación de las universidades tradicionales tanto de su orgánica como de su vuelco hacia mediaciones tecnológicas y de Inteligencia Artificial que, si bien se veía venir durante este siglo XXI, era esperada para más adelante.
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