Estudiar un posgrado en el extranjero fue una meta que me fijé casi desde que inicié mi formación de pregrado. Poder realizar el Magíster en Ecología Marina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción ha sido una experiencia muy enriquecedora desde todo punto de vista. Desde lo académico fue crucial encontrar los conocimientos necesarios que buscaba para especializarme en una de las áreas más integrales de la ciencia, como lo es la ecología y particularmente enfocada en el ambiente marino, dada mi formación previa como biólogo marino sumado a la pasión y el amor que siento por el mar.
Adicional al currículo, al afianzamiento de conocimientos y la incorporación de nuevos conceptos, fue muy importante poder abordar la investigación científica a lo largo de todo el magíster, pues sin esta experiencia es muy difícil formarse en ciencias como la biología y la ecología; para llevar a cabo estos procesos investigativos, la facultad y el departamento de ecología cuentan con profesores e investigadores muy competentes y con amplia trayectoria en sus respectivos campos, además de ser buenos transmitiendo su conocimiento y motivando para trabajar por el fin último de la ciencia.
Junto con todos estos procesos también se forman lazos y relaciones académicas con colegas chilenos y de otras partes del mundo, relaciones que son muy importantes a la hora de llevar a cabo proyectos ya que las ciencias son transversales y requieren de un esfuerzo conjunto para que realmente puedan ser el camino del progreso y el entendimiento.
Por otra parte, el estudiar y vivir fuera de tu país es también muy gratificante en lo personal. Se conoce una forma de vida diferente a la que estabas acostumbrado, permite fortalecerte como individuo, te da la posibilidad de conocer lugares increíbles que probablemente no conocerías como un turista típico, te aproxima al arte, la cultura, la gastronomía de otra nación. Todo este conocimiento es tan importante como el académico porque te recuerda que, a pesar de las diferencias, todos somos humanos y vivimos una serie de sentimientos de la misma manera; nos conecta el amor, la curiosidad, la esperanza y mucho más. Todo esto se pone en primer plano cuando te enfrentas al mundo lejos de tu zona de confort.
Como latinoamericano también me siento muy orgulloso de haber podido estudiar y vivir en Chile, pues aquí encontré la hermandad y el cariño que siempre deberíamos tenernos como lo que somos: herederos de un continente que ha pasado por siglos de dificultades pero que siempre sale adelante gracias al esfuerzo, la tenacidad y los sueños de su gente.
Por último, no me queda más que expresar lo profundamente agradecido que estoy de haber vivido esta experiencia, agradecido con mis compañeros, amigos, profesores, con la facultad, con la universidad, con la ciudad de Concepción y con Chile.